Ya estamos oficialmente al 40 de Mayo, por lo tanto el buen tiempo ha llegado para quedarse con nosotros hasta más allá de septiembre, quedando así inugurada la temporada de ir a parques naturales a comer, merendar y cenar con la familia y amigos. En estos sitios hay un luminoso que pone Se abre la veda.
En modo manada los fines de semana las familias salimos de casa buscando un lugar donde los niños jugar hasta “jartarse” y que cuando lleguen a casa, tras a ducha – venga ser sinceras a que algunas veces los habéis acostado sin duchar porque iban ya fritos en el coche- duerman como lirones hasta la mañana siguiente. Preparamos un arsenal de juguetes, pelotas, cubos, excavadoras, pistolas de agua, y mil cosas más para que juguen y nosotros podamos disfrutar de la naturaleza y ponernos en modo ZEN, cervecita en mano y look dominguero – camiseta no me aprieta nada y pantaloncito corto para ir pillando color –.
Y llegamos al sitio elegido para este fin de semana y los niños corren al columpio, cual carrera de galgos – ponerle la banda sonora de Rocky e imaginar a los niños dándose codazos y cayendo al suelo para llegar el primero porque si no serán un huevo podrido. Y por otro lado las mamis corriendo para buscar el lugar cerca del columpio, del baño y del bar (si este paraje lo tiene) al mismo son de Rocky, pegando codazos al resto de madres y gritando esa mesa es nuestraaaaaaaaaaaaaaa!!!!!! Y por último los padres cargados hasta las cejas de cosas, cerrando el maletero con los dientes y sin saber dónde ha puesto la llave para cerrar el coche.
Una vez situados y los niños colonizado la zona de juegos, vamos al lío: birra a go-gó, con comida tápers de comida casera – 5 tortillas o 4 ensaladillas rusas – vamos que tras 259 whastApp nadie ha leído que tu hacías la tortilla y otros la ensaladilla, menos mal que en la cesta también se nos ha ocurrido traer cosas de picar: 50 bolsas de patatas y 20 botes de olivas. No pasa nada, hambre no pasamos, ¡eso seguro!, porque las 40 longanizas que hay para los niños acabaremos comiéndonoslas nosotros porque ellos se han atiborrado de gusanitos y zumo, comida típica de la zona!!! Y dando gracias que no se hayan comido la tierra o cualquier cosa que se encuentren y les da por probar – eso sí en casa dale algo nuevo y verás que te dice, y el muy jodío se encuentra algo en el suelo y se lo mete hasta la garganta –.
En eso 259 mensajes habíamos descarto hacer paella, por motivos varios de esos que te comes la cabeza y surgen 100 mensajes sin contenido aclaratorio “porque y si han restringido hacer fuego y si no hay leña suficiente y si hay mucha gente cocinando y comemos a las 4 de la tarde”. Y al llegar nos damos cuenta que sí se puede hacer fuego, que hay suficiente leña para mil paellas, que todo el mundo había pensado lo mismo y por tanto hay paelleros de sobra y que de todas formas se os van a hacer las 4 de la tarde para comer.
Lo que se dice sentarse y relajados, en modo zen, no vamos a estar, porque a los niños no se les va a ocurrir nada bueno, lo de trepar árboles todavía no se nos ha borrado de nuestros genes y la cabra tira al monte. Y, claro, subir se sube, pero ay amigo bajar es lo difícil, y ya vienen todos en tropel a avisar que “X” se ha subido a un árbol y no puede bajar. Pues ya se lía parda, la madre histérica: neneeeee el niño, y el marido sin estrés ninguno, porque él si se ha tomado a raja tabla lo del modo zen, se levanta y va a ver qué pasa, tras él, al modo flautista de Amelín 50 niños y 500 madres – todo se multiplica por 4 en estos momentos de crisis – a rescatar al niño que está colgando de una rama al más puro Tarzán.
A comer! A comerrrrrrrr!!!! Ponemos nuestros manjares en la mesa y al ataque, los niños picotean dos o tres trozos longaniza y un trago de agua y vuelta a jugar y tú piensas – Dios porque no tendré yo esa misma hambre y podría mantener a raya los kilitos estos que me llevan loca –, y de repente aparece en tu hombro el diablo a la izquierda y te dice – venga si un día es un día come un poco más de ensaladilla, tortilla de esa de la derecha que tiene un pinta, o mejor hazte un bocata con las longanizas de tu peque que no se va comer –.
La sobremesa es lo mejor, que si copita de pacharán que ha hecho mi suegro, que si licorcito de hierbas que hace mi tío y tu te quedas mirando a tu marido y le dices con la mirada churri quita la etiqueda de Hacendado de la botella y dí que ese limonchelo lo hace tu abuela con limones de nuestro huerto con la receta tradicional que ha pasado de madres a hijas. Y además te hinchas a trocitos – sí trocitos pequeños como para engañar a tu conciencia – de pastel de la abuela, de la pastelería o del súper de turno. Eso sí el café con sacarina!!!!!
Llega la hora de recoger y les dices a los niños: vamos que hay que irse, otro día más!! Y estos te miran y siguen jugando. Lo vuelves a repetir una tropecientas veces y al final te hacen caso, porque la cabeza te de vueltas y te sale espuma de la boca. Tu marido se esconde tras el mogollón de juguetes y bolsas que habías llevado y se va sigilosamente al coche. Los niños salen escopetaos con su padre y tu te estiras la camiseta y les dices al resto: “hasta la próxima”.
Y así es un día de caza en familia en un parque natural donde hay muchos de la misma tribu que lo han pasado igual y que volverán a repetir el fin de semana siguiente porque aguantar en casa con tantas horas de sol y niños de culo inquieto mejor ni pensarlo. Tu llegas a casa pensando – ilusa de ti – que te has relajado y has cogido energía para afrontar una nueva semana.
Aprendemos con mamá 19/06/2016 a las 19:02
Es un lugar perfecto para ir en familia