Este puente de octubre lo hemos dedicado a estar juntos y divertirnos. Y entre uno de nuestros planes era ir al Bioparc de Valencia que nos apetecía mucho.
El Bioparc era uno de los regalos de la lista de mi rubia por el día de su cumple y fue el que realmente ganó por mayoría de votos, además aprovechamos una oferta muy guay que lanzaron desde Bioparc, los 15 Biodías de naturaleza salvaje. La noche de antes no había rubiete que se durmiese, estaban tan nerviosos por lo que íbamos a ver al día siguiente que dormir era imposible, fue una noche movidita: se despertaron más de una vez preguntando si ya era hora de ir al ZOOOOOO! – No a dormir que es de noche, leñe!!! Cuando sonó el despertador ya hacía una hora que íbamos por casa a son de trompetas y tambores – la música es su segunda locura, tras los animales -
Cuando llegamos a Valencia tras un viajecito de una hora larga y sus mil y uno: – Ya hemos llegado, que falta… ¡quermos ver animales!. Aparcamos en el parking de Bioparc que no está mal de precio y no hay que buscar aparcamiento por Valencia, que es como buscar una aguja en un pajar!!
Tuvimos que hacer cola para entrar porque estaba lleno, pero la organización es muy buena, cada ventanilla es para un tipo de entradas diferentes – compradas on-line, pase anual, entradas por promociones, compra directa – La espera no se hizo larga, mientras los niños y no tan niños tomamos el desayuno matinal y nos preparamos para vivir la aventura.
Al entrar te hacen una foto con los gorilas-estatua de la entrada para el recuerdo de tu paso en bioparc. Y ya me sorprendió la entrada al parque porque es realmente bonita, hay un puente que pasa por encima del cauce del río Turia y te adentra en realidad a la sabana africana, donde cientos de especies viven ajenas a la ciudad.
En realidad yo no soy mucho de este tipo de lugares porque pienso que todo ser debe vivir en libertad y no encerrados, pero es la única manera de en muchos casos preservar las especies y acercarlos a los humanos para que los conozcamos. Esta todo realmente cuidado y limpio y no se ve que los animales estén mal en ningún momento, seguro que si les preguntáramos muchos querrían vivir su vida de otra forma pero seguro que la gran mayoría a nacido y se ha criado en cautividad, y la verdad es que es un concepto muy diferente de zoológico, donde se integra a los visitantes en el hábitat de los animales siguiendo el concepto zoo-inmersión, y la verdad es que da resultado porque en ningún momento parece que estés en la ciudad de Valencia sino en plena África!!
Empezamos nuestra aventura en el corazón de madagascar, viendo flamencos rosados todos ellos y adentrándonos en el hábitat de los lémures. Miraba a mis rubietes y estos iban felices y con caritas de sorpresa cada vez que descubrían un animal en un árbol, en un rincón o cerca de nosotros, saltando sobre nuestras cabezas.
Cuando nos metimos de lleno en el bosque ecuatorial íbamos todos boquiabiertos con cada animal que veíamos. Nos impacto muy mucho los Gorilas, allí sentados, gigantes mirándonos, otros jugando, comiendo. Luego al descubrir en la zona húmeda a los hipopótamos nadando en su estanque y comiendo manzanas que les habían lanzado los cuidadores, enormes con sus pequeñas patas que daba risa verlos nadar, los rubietes se quedaron sorprendidos!!
La gran sorpresa la tuvimos cuando nos dimos la vuelta y vimos a los elefantes. Esto ya fue la apoteosis para mi rubio, no podía creerlo, nervioso, saltaba, bailaba y gritaba de felicidad.
Era ya hora de comer y decidimos ir dar un bocado rápido para continuar con la visita y no perdernos la exhibición educativa de aves y mamíferos “El ciclo de la Vida”. El lugar donde decidimos comer había un parque para los niños y mientras pedíamos la comida ellos estuvieron jugando y quemando energía – no sé como lo hacen pero sus pilas duran más que las de duracell -
Tras comer nos adentramos en la zona de la sabana y disfrutamos de los elefantes, jirafas, leones, serpientes, rinocerontes, aves, y una gran variedad de animales que descubrimos y que no sabíamos de su existencia.
La verdad que fue una visita muy chula y que nos hizo pasar un día en familia muy divertido que disfrutamos en equipo y nos encantó, lo recomiendo a todos, tanto a adultos como a niños, y sí vas con tus peques está muy bien, todo adaptado para ellos, con lugares para descansar y escuchar los sonidos de la naturaleza.
Seguro que volvemos porque nos encantó!!
Bueno y sí la visita al Bioparc no fuese poco rematamos el día yendo al parque Gúlliver.
Como su nombre dice es el señor Gulliver tumbado y su cuerpo es un tobogán tras otro, los niños y nosotros nos lo pasamos bomba lanzándonos por los toboganes y escalando por cuerdas.
En el parque la diversión está garantizada, eso sí está lleno, la entrada es gratuita y es punto de encuentro de familias con hijos. Tiene vigilancia que se agradece porque siempre hay algún descerebrado que intenta lo imposible y además hay baños bastante limpios para la gente que allí había. Y fuera del parque como está en el cauce del río en el Jardín del Turia hay mesas que las puedes utilizar de merendero y la verdad que puedes pasar una tarde-noche muy buena con los amigos y los hijos.
Aquí también os recomiendo ir a pasar un buen día además el Jardín del Turia es muy bonito para pasear, sin peligro de que pasen coches y puedes alquilar bicis para 4 o más y darte un gran paseo muy divertido. Eso ya será en la próxima visita a Valencia.
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